Identidad

No importa qué características tenemos o de dónde venimos, cada uno de nosotros tiene una identidad particular que comenzó a construirse en nuestro pasado, se enriquece en nuestro presente y se proyecta hacia el futuro. El pasado tiene que ver con nuestra personalidad y con nuestra autoimagen, es decir, cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos hemos ido forjando a partir de las experiencias que hemos vivido, de nuestra cultura, de nuestras tradiciones y nuestra gastronomía y, por supuesto, del idioma que hablamos. Todo esto ha conformado nuestra manera de pensar, de actuar y de ser, conforme a nuestros propios valores e ideas. Pero la identidad no es algo fijo que no se puede mover, sino que se va enriqueciendo con las nuevas experiencias que tenemos en el presente; esto quiere decir que si llegamos a otro país y conocemos personas diferentes e interactuamos con ellas, éstas nos aportan parte de su cultura, de sus valores y de sus tradiciones, así como nosotros también les aportamos los nuestros. Por eso podemos sentirnos parte de dos culturas distintas, sin que por ello perdamos nuestra esencia, lo que hemos sido y lo que seremos siempre y por eso también, aunque la experiencia de la migración se incorpora a nuestra historia, antes que ser “migrantes” somos nosotros mismos y tenemos una identidad propia que es la que nos define ¡Compartamos lo que somos y recibamos lo que otros son! ¡Que no nos etiqueten o encasillen! Nuestras culturas de origen tienen gran riqueza y nosotros, como individuos, las llevamos y transformamos porque somos únicos.